Las lesiones más habituales de la escalada son a nivel del miembro superior, centrándose sobre todo en los dedos. Según Schöffl et al. (2015), las lesiones de dedo suponen el 52% de las lesiones entre escaladores, siendo los más destacados las lesiones de poleas (15,4% del total). Como dato, se estima que el 75% de los escaladores sufrirá́ una lesión de miembro superior, de los cuales un 60% se concentrará en los dedos (poleas en un 30-50% de los casos).
En resumen, estamos ante una lesión única, ya que en otras prácticas deportivas apenas tiene prevalencia, mientras que es la lesión más específica de la escalada.
ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA
El sistema de poleas de los tendones flexores consiste 5 poleas anulares (A1-A5) y 3 poleas cruzadas (C1-C3). Su función principal es mantener los tendones flexores de los dedos cerca del hueso.
La escalada tiene 3 tipos de agarre principales: extensión, semiarquéo y arquéo. A nivel biomecánico se puede decir que las 2 primeras no comprometen el sistema de poleas, ya que todas las articulaciones están en flexión. En cambio, en la posición de arqueo se produce hiperextensión de las articulaciones interfalángicas distales, flexión de las interfalángicas proximales y extensión de las metacarpofalángicas, colocando la articulación del carpo en una pequeña desviación cubital junto a una supinación.
Lo importante es entender que, aunque el arqueo consigue generar mayor fuerza, también aumenta la fricción entre tendones y poleas, genera mayor tensión de los tendones flexores de los dedos profundos y superficiales, y disminuye el ángulo entre poleas y tendones, provocando mayores fuerzas de polea. Es por eso que el agarre en arqueo está considerado como el mayor factor a la hora de lesionarse las poleas.
Los dedos medio y anular son las que más carga soportan, y por tanto las que más se lesionan. El mecanismo lesional suele ser por realizar movimientos exigentes en posición de arqueo o cuando la carga aumenta sobre los dedos al perder contacto de los pies. Además, existen varios factores que pueden ayudar a aumentar el riesgo de lesión: falta de un calentamiento y vuelta a la calma adecuados, mala distribución de cargas de entrenamiento, las lesiones previas y el sobreuso.
Las poleas que más se lesionan son principalmente la A2 y la A4, seguidos después de la A3. La A4 suele romperse en carga concéntrica (al realizar un tirón), mientras que la A2 suele sufrir más con cargas excéntricas, debido al aumento de fricción sobre el (movimientos estáticos).

SÍNTOMAS Y GRAVEDAD
Es común escuchar un chasquido en el momento de la lesión, provocando dolor, inflamación y hematoma sobre la zona afectada. Esto puede acarrear pérdida de fuerza y funcionalidad, dando como resultado menor rango de movilidad al realizar una flexión activa.
Si se pide al paciente que realice una flexión resistida seguramente resulte dolorosa. Además, en. Caso de existir una rotura múltiple, es posible apreciar una separación entre hueso y tendón (lesión en cuerda de arco), aunque no suele ser habitual.
Schöffl et al. creó una clasificación para evaluar la gravedad de la lesión.
- Grado 1: esguinces de poleas, no aumenta la distancia entre hueso y tendón.
- Grado 2: Rotura completa de la polea A4
Roturas parciales de las poleas A2 o A3 - Grado 3: rotura completa A2 A3
- Grado 4: Afectaciones complejas con múltiples lesiones de poleas
Rotura de una simple polea combinada con daño de los músculos lumbricales o ligamentos colaterales (muy raro).
Esta casiflicación no deja de ser una referencia y evidentemente hay que adaptarse a cada caso en concreto, pero generalmente para los grados 1-3 se recomienda el tratamiento conservador, mientras que el grado 4 es susceptible a operar.
TRATAMIENTO Y REHABILITACIÓN
Una vez tenemos claro que el tratamiento va a ser conservador, podemos empezar con el tratamiento fisioterápico.
Férula de protección de polea
En la fase más aguda de la lesión se puede utilizar esta herramienta para conseguir una fijación sin compresión, llevando el tendón a una posición anatómica y uniéndolo así al hueso. Resulta de gran ayuda para conseguir la recuperación de una manera más funcional. Se suele utilizar en casos de roturas completas o múltiples que generan mucha separación entre tendón y hueso.
Fisioterapia pasiva
Es importante decir que las lesiones de poleas se recuperan bien sin necesidad de excesivo tratamiento pasivo, aún así, en este punto tenemos varias herramientas que nos pueden servir.
- La Diatermia puede interesante para vascularizar una zona que de por si llega poca sangre y mejorar el metabolismo de forma local. También ayuda a drenar y reducir la sensación del dolor.
- Punción seca o terapia manual para trabajar la musculatura del antebrazo, que de por si en escaladores ya tiene mucho tono de base.
- Se puede trabajar la propia polea con la corriente galvánica o EPI. Como objetivo tenemos el evitar una excesiva fibrosis y mejora el deslizamiento entre planos.
Mediante neuromodulación podemos trabajar el dolor, la normalización muscular, la mejora del metabolismo… estimulando sobre todo nervio mediano y cubital.
Readaptación
Este es el punto clave de la recuperación y prevención de la lesión. Por mucho que se realicen infinitas sesiones de fisio invasiva, diatermia, masaje, si las estructuras no se adaptan a soportar cargas, en el momento que exigamos a la polea realizar X fuerza que no es capaz de tolerar nos volveremos a lesionar.
En este caso podemos empezar con ejercicios funcionales simples, pasar luego a realizar suspensiones con cargas externas y poco a poco ir progresando en una tabla de multipresas de menos a más, con protocolos sencillos.
El escalar esta permitido sin dolor, es decir, muchas veces el dolor solo se reproduce en posición de arqueo por lo que escalar en posción de mano abierta es totalmente aconsejable.


Vendaje
Escalar vendado los primeros meses puede ser interesante, sobre todo cuando estamos volviendo a intentar arquear. Para eso tenemos el vendaje en H y vendaje en X que nos ayudan de forma artificial a mantener unidos los tendones al hueso, quitándole trabajo a la polea.
Es importante no acostumbrarse a llevar siempre el vendaje, este debe ser de uso temporal, jamás superando 1 año de uso continuo (generalmente se quita mucho antes).
Autor: Asier Irastorza · Fisioterapeuta · Graduado en CAFyD