Se suele describir el edema óseo como un aumento de inflamación en la zona medular del hueso (zona trabecular o hueso esponjoso), pero ¿qué significa realmente esto? En este artículo vamos a intentar describir los mecanismos de producción de dicha lesión, su relación con el dolor y posibles tratamientos que se pueden utilizar para su recuperación.
En realidad, el término “edema óseo” hace referencia a señales de alta intensidad que se pueden observar mediante resonancia magnética. Estas imágenes están relacionadas con líquido que se encuentra a nivel subcondral (bajo el cartílago), en la médula del hueso y suelen estar asociados con dolor, disfunción y daño en el cartílago.

Para entenderlo mejor, tras un traumatismo el hueso puede sangrar desde dentro, generándose una especie de moratón con líquido inflamatorio. El edema durará hasta que este líquido sea reabsorbido, proceso que puede prolongarse de 3 a 9 meses.
Las zonas más propensas a sufrir este tipo de lesiones son: cadera, rodilla, tobillo, hombro, muñeca y pie (astrágalo y calcáneo)
CLASIFICACIÓN
Existen diferentes tipos de edemas óseos, pudiéndose clasificar según el mecanismo de producción:
- Traumática
- Degenerativa
- Inflamatoria
- Vascular
- Infecciosa
- Metabólica
- Neoplásica
Esto es muy importante ya que identificar la causa es esencial para un correcto tratamiento. En este caso, nos basaremos en la clasificación realizada por Akhavan et al:
Edema óseo reactivo
Este tipo de edema es causado por una respuesta inflamatoria del propio cuerpo, debido a una inflamación intraarticular, osteomielitis, artritis séptica, artritis inflamatoria (artritis reumatoide) o un tumor maligno (osteosarcoma, sarcoma de Ewing y condrosarcoma), benigno (osteoblastoma y condroblastoma) o metastásico.
Al contrario que en los otros tipos, es habitual encontrar otros hallazgos aparte del propio edema en diagnósticos de imagen.
Edema óseo isquémico
Aquí nos encontramos patologías que se caracterizan por una reducción de la perfusión ósea, es decir, menos aporte sanguíneo. Cuanta menos sangre llega la zona menos nutrientes obtendrán los tejidos y eso puede generar degeneración del hueso subcondral.
Estos casos se suelen dar por condiciones como la osteocondritis, osteonecrosis, osteocondritis disecante y el síndrome de dolor regional complejo.
Edema óseo mecánico
Es el edema óseo más común, el que más nos encontramos en consulta. Las causas mecánicas incluyen mala alineación de extremidades o articulaciones, lesiones meniscales, lesiones ligamentosas, contusiones óseas, fracturas y lesiones por sobreuso o estrés repetitivo. Es lo que no podríamos encontrar tras un golpe o una torcedura fuerte, o por acumulación de pequeños traumatismos (deportistas).
En este caso pueden ocurrir dos cosas. En primer lugar, que la cicatrización sea correcta pero que la lesión haya producido una carga articular anormal como consecuencia del daño del cartílago, mala alineación o lesión meniscal. Es decir, el proceso de regeneración es el correcto pero la articulación sufre mayor carga que la que debería.
En segundo lugar, puede que simplemente la cicatrización sea deficiente, resultando en la generación de un edema óseo, en una articulación que por lo demás es normal.
Dolor del edema óseo
Los edemas óseos parecen mostrar alto contenido de nociceptores, terminaciones nerviosas que trasmite la sensación al sistema nervioso central. Además, existe bastante evidencia que muestra que el dolor esta correlacionado con el tamaño del propio edema y que en patologías articulares como puede ser la osteoartritis de rodilla, la gente que tiene edema óseo asociado siente más dolor que los que no tienen.
Aunque no esté del todo claro, parece que el aumento de la presión intraósea pueden irritar las estructuras neurovasculares intramedulares. Es decir, los nervios y los vasos (arterias venas) que están dentro del cuerpo son presionados por ese líquido.
Además, el hecho de afectar a la circulación puede hacer que aumente la producción de citoquinas (sustancias inflamatorias) y acidosis tisular, generando más dolor.
Tratamiento del edema óseo
1.- No quirurgico
El tratamiento que vamos a cubrir en esta sección se centra sobre todo en los edemas óseos que más frecuentemente nos podemos encontrar en consulta, evidentemente las de causas reactivas e isquémicas necesitaran un tratamiento muchísimo más multidisciplicar y complejo, mientras que las mecánicas podemos tratarlas en su totalidad en consulta.
A) Terapia superinductiva (Zimmer):
La magnetoterapia es uno de los tratamientos con mayor evidencia a la hora de tratar edemas óseos. Este tipo de corriente actúa acelerando el metabolismo óseo de forma específica, consiguiendo así una reabsorción más rápida del propio edema.
Entre los efectos de la magnetoterapia se encuentran el aumento de la presión del oxígeno en los tejidos, aumento de la vasodilatación y creación de colágeno.
A esto se le suma la corriente eléctrica secundaria que tiene la zimmer (TENS), útil sobre todo a la hora de reducir el dolor mediante su acción neuromoduladora.
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B) Diatermia/Tecaterapia
Ya hemos comentado que una de las características más importantes de los edemas óseos es la falta de vascularización y aumento de sustancias inflamatorias. Pues bien, si aplicamos la diatermia de forma específica sobre la zona conseguimos aumentar de dicha vascularización, ayudando además a drenar y eliminar sustancias inflamatorias y de desecho que pueden acumularse alrededor del edema.
Por otro lado, la propia radiofrecuencia de la diatermia produce una aceleración del metabolismo, por lo que podría favorecer la aceleración del proceso de reabsorción del edema.
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C) Cargas progresivas
Es muy importante readaptar la articulación a la carga. Un futbolista que sufre un edema óseo en el tobillo no puede empezar a jugar sin más porque, aunque en el día a día no le duele lo más seguro es que no pueda realizar la práctica deportiva. Para ello es esencial ir aumentando cargas de forma progresiva hasta que la zona afectada pueda soportar las demandas que se le exigen.
Lo mismo con una persona que cojea debido al edema. Puede que al principio haya que trabajar en descarga (sin apoyar la zona) pero el objetivo poco a poco es recuperar la funcionalidad normal de dicha estructura.
Como siempre, los aspectos más importantes serán el rango de movimiento y la propia carga o peso utilizado.

Todas estas técnicas se pueden complementar con neuromodulación para reducir el dolor y/o combinando neuromodulación y terapia activa para trabajar desalineaciones articulares debido a una disfunción en la cadena cinética. Para entenderlo más fácil, para un edema óseo que está en la cara interna de la rodilla será importante trabajar el glúteo medio (rotador externo), consiguiendo que la zona dolorida no soporte tanta carga.
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2.- Quirúrgico
Este tipo de manejo se reserva para aquellos que fallan en el manejo no quirurgico, aunque siempre dependerá del grado de osteoartrosis, estadio de osteoartritis, edad y grado de desalineación.