El dolor puede ser un factor determinante para que dejemos de hacer una vida normal o incluso limitemos nuestra actividades por miedo a sentirlo.

Si bien es cierto que el dolor es una respuesta del cuerpo para protegernos y lanzar una señal de aviso de que algo no va bien, también puede ser un indicador de que necesitamos ejercitarnos con mayor regularidad.
Por ello es importante observar los siguientes consejos para aprender a diferenciarlo. Para poder lograr detectar los dolores que son el preámbulo de algo mayor, entre aquellos que están simplemente asociados a la falta de actividad física.
La mejor forma de combatir el dolor y perder el miedo a sentirlo es entenderlo. Conocer los síntomas, los motivos que lo provocan aliviarán la frustración y nos harán más certeros a la hora de saber si representa o no una amenaza o si es meramente el cuerpo reaccionando a estímulos a los que no está acostumbrado.
Cuando el dolor se vuelve un factor que paraliza y hace que dejen de realizarse actividades físicas para evitar sentirlo, muchas veces estamos contribuyendo a evitar a una mejora, ya que una vez que ha habido una lesión y ha pasado el tiempo aconsejable para que sane y la inflamación ceda, lo mejor es comenzar una terapia de rehabilitación, lo que incluye por supuesto, un entrenamiento regular que ayude al fortalecimiento de los músculos que actuarán como escudo y protección, así como a mantener las articulaciones sanas y flexibles. El cuerpo necesita movimiento y lo que es más, lo necesita para estar fuerte y aminorar riesgos de lesiones.
Lo anterior, a veces puede resultar contradictorio, porque algunas lesiones ocurren precisamente cuando se realiza algún deporte, por lo que es primordial aprender también a escuchar a nuestro cuerpo, a no forzar la máquina hasta llevarla al límite, simplemente mantenerla en funcionamiento dentro de estándares adecuados para que evitar que se oxide.

He aquí la importancia de consultar a un especialista, para saber en qué estado estamos y si hay dolor, durante o sin actividad, lograr encontrar un diagnóstico que permita aliviarlo o mejorar la calidad de vida y nos ayude a saber qué podemos hacer y cómo hacerlo gradualmente sin abandonar del todo nuestros gustos y aficiones por el deporte y las actividades físicas en general.
La barrera mental, es otro factor que tiende a actuar como una voz en la cabeza que nos dice que no podemos hacer las cosas, que no debemos o terminaremos lastimados y doloridos. Por ello, la mejor manera de hacerle frente, es mostrándole que si la exposición al entrenamiento es paulatina, estamos seguros e iremos avanzando cada día un poco más. Demostrarle al cuerpo que podemos realizar actividades que impliquen movimiento y sin riesgo.
Acondicionar al cuerpo, no se logra de la noche a la mañana y mucho menos convencer al cerebro de que es seguro llevar lo anterior a cabo, por lo que, lo más recomendable es iniciar sin muchas pretensiones: caminar, nadar, andar en bicicleta. No nos vamos a correr una maratón sin estar preparados ni física, ni mentalmente para esfuerzos brutos.
Repetimos, escuchar al cuerpo y bajo la supervisión de un especialista, lograremos una progresión paulatina, pero segura y eficaz. La paciencia es la clave del éxito.
Con esto no queremos decir, que si algo te duele de manera aguda y empeora seriamente con el esfuerzo, lo hagas. Avisa a tu fisioterapeuta si un dolor es latente, no desaparece o mejora. Cuando un dolor es paralizante, es señal de que debemos acudir de inmediato a un especialista para que haga una valoración.
El dolor es puede presentarse al hacer movimientos puntuales, tales como, elevar el hombro o girarlo, en la rodilla ligeramente al correr, pero no de tal manera que nos impida realizarlo. Cuando se realizan éstas acciones repetidamente el sistema nervioso se sensibiliza y las reacciones del cerebro se vuelven más comunes y de fácil respuesta.
Es decir, el dolor se puede convertir en un hábito que se reproduce cada vez que se con mayor intensidad, sin que necesariamente se estén dañando los tejidos.
El dolor, se alimenta de más dolor. Por lo que para romper el ciclo es necesario dejar de hacerlo, hasta que logremos identificar la causa del problema y partir de ahí para mejorarlo.
Otra técnica que puede ser de utilidad es imaginar los movimientos, lo que hará que se activen las mismas conexiones cerebrales que cuando se realizan en la práctica estos mismos movimientos. Con esto lograremos reproducir los movimientos en nuestra actividad cerebral, sin que se pongan en alerta los mecanismos de dolor. Esto es una manera de re educar al cuerpo, haciéndole romper la asociación de dolor al movimiento y cortar la cadena mental histórica.
Algo que también ayudará considerablemente es cambiar las fuerzas gravitacionales, si un movimiento lo hacemos de pie y causa dolor, podemos intentarlo sentados o tumbados. Es una forma de despistar al cerebro, al creer que a pesar de ser el mismo movimiento, peor al realizarse de otra manera, es más seguro y no activa las alarmas de dolor ya aprendidas.
Una de las mejores maneras de llevar a cabo esto, es haciéndolo en el agua, los movimientos no suelen tener tensión y eso nos brinda una sensación de seguridad que hace que logremos romper esa barrera mental asociada al miedo al dolor en ciertos movimientos.
Por eso aconsejamos cambiar el ambiente y los estímulos, para evitar que el cerebro reproduzca estos patrones de conducta. Al implementar nuevas actividades y experiencias, el cerebro se concentra en éstas innovaciones y rompe ese vínculo con el dolor y los movimientos que ya tenía registrados en la memoria.
Así que, si antes hacia ejercicio en casa, o en el gimnasio, intenta hacerlo al aire libre, o escuchar música durante las sesiones o incluso cambiar el repertorio musical, al que se estaba habituado.
Y lo principal es mantener una actitud positiva y no dejarse llevar por interrogantes que nos hagan vivir con preocupación o frustraciones.
Lo primero es, consultar con un especialista y no comerse la cabeza con lo que nos pueda pasar o podamos tener a partir de sentir dolor, sólo alguien que se ha preparado bajo estos temas puede dar un diagnóstico adecuado a nuestras molestias.
El dolor se acrecienta si se está estresado, deprimido, frustrado, además causa ansiedad y nos mantiene con un velo de pesimismo que nos impide disfrutar de una buena calidad de vida.
Tú tienes el control, el remedio y la solución. Escucha a tu cuerpo y nunca dudes en acudir a consulta para resolver las dudas que tengas, pero sobre todo, para conocer adecuadamente cómo te encuentras, sin inferencias personales.
Cuida tu salud y bienestar.